Ram Manikkalingam, Ronnie Kasrils, Chris Maccabe, Satish
Nambiar, Aracelly Santana y la secretaria Fleur Ravensbergen. Como todo el
mundo sabe, estas 5 ó 6 grandes lumbreras internacionales constituyen el CIV. ¿Qué
es el CIV? "Los conflictólogos son parte del tocomocho de ETA y su entorno",
dice con educación Maite Pagazaurtundua.
Dicho con lenguaje más realista: estos 5 ó 6 ceros a la
izquierda son meros sicarios políticos
pagados por la ETA y la sombra alargada de su entorno. O sea, son la ETA con
careta de mediador. El crimen
encargado no es otro que el de equiparar políticamente
a ETA y al Estado español ante la mirada siempre desinformada y desinteresada
de los organismos internacionales.
Como si fuesen dos miserables bandas de malhechores enfrentados,
en un mismo territorio, por el control mafioso del alcohol, la droga, la trata
de blancas o el voto del miedo. Incapaces de hallar por sí mismos un pacto de
no agresión. Necesitados de la mediación de un tercero neutral. Lo más efectivo,
dirán al cabo, sería mandar los "cascos azules" para interponerse en el conflicto.
¿Qué se hace aquí para evitar esa criminalización del Estado
o, lo que es idéntico, para impedir la justificación del crimen nacional-separatista
de la ETA? En lugar de imputarles el delito de colaboración con banda armada, se
les recibe con honores. PNV. La Audiencia Nacional, por supuesto. Raro será que el PSOE e IU no lo hagan a escondidas.
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