viernes, 19 de diciembre de 2014

El desertor del Álamo

      Después de tantos silencios públicos, y cobardes, después de dejarse querer y comprar la voluntad durante tres largos años por el Partido de la Nada -pues no cabe alegar ingenuidad en un buen especialista del western y del cine negro-, el todavía hoy Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, pronuncia por fin una palabra valiente que lo redime de tanta tibieza. Elegante despedida. "Por motivos personales", dice el arrepentido. O, mejor aún, el escarmentado. O sea, por respeto a sí mismo. Por su buen nombre. Por la honra calderoniana, en suma.
      El lema de la película de Budd Boetticher, inolvidablemente interpretada por el sobrio Glenn Ford, rezaba así: "¡Sólo el amor le dio valor para fingirse cobarde!". En el fondo, es el "amor propio" lo que le da fuerza para dejar de serlo. Como en este caso feliz. Bienvenido al heroísmo inútil.
Nota de prensa. Renuncia de Torres-Dulce

viernes, 5 de diciembre de 2014

¿Sospecha o certidumbre?

      El gran Arcadi a la pequeña Tania, azotito de ortodoxos:
      - "¡Me gusta mucho que experimentes el halo fétido de la sospecha!"
      Sospecha de jueces, se entiende. Y de compañeritos de Partido, o de Movimiento, o de lo que sea. Pero no de contribuyentes. Me temo que es la certeza lo que nos divierte a todos. Como en la mayoría de los casos de infame latrocinio, vergonzoso despilfarro, nepotismo de reyezuelo y chulería de advenedizo... El hundimiento del Régimen también tiene su lado cómico.
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