"Dictadura blanca", dice uno. "Nazismo con
sacarina", dice el otro. Aquello lo ha sido de forma ininterrumpida desde la
retirada de Tarradellas. Esto lo fue sensu
strictu tan sólo durante el período del tripartito nacionalsocialista, muy
bien señalado por Libertad Digital. Hoy, al menos de manera formal, es un
proyecto sólo nacionalista, sin adjetivos, ni burgués ni socialista, únicamente
folklórico, o sea, popular, del "pueblo", étnico, tribal.
Sin embargo, esa búsqueda de destino en lo universal impulsada
por la suicida burguesía catalana, alentada por los estatalistas pur sang y apoyada por las víctimas de la
inmersión lingüística y del correspondiente agit-prop
ideológico, puede muy bien derivar, una vez realizado el proyecto y dominado por la
parte más activa, en una dictadura negra, la dictadura del Volk catalán en
manos del Partido único, el nazismo tal cual, un nazismo sin sacarina, amargo.
Algunos recuerdan el aceite de ricino... Y la película de Ingmar Bergman El huevo de la serpiente.
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