Faltan menos de dos días para el 10º aniversario del 11-M. Hoy pienso lo mismo que el primer minuto. Con una diferencia: lo que entonces me parecía una mera hipótesis sólo terrorista (ETA), y pasadas unas semanas, con todos los datos ofrecidos en la mano, algo más que una verosímil hipótesis terrorista, policial, política y social, casi una "ley" -por supuesto, provisional y sujeta a refutación-, hoy me parece parte de una "teoría" general de la infamia. Subscribo todo lo dicho por Federico Jiménez Losantos en Libertad Digital, desde la primera palabra del título ("Una nación a oscuras") hasta el punto y final.
El balance entre las pruebas falsas presentadas y las pruebas verdaderas ocultadas, doble delito en la investigación y doble indicio de culpabilidad en otra dirección, es simplemente locuaz para una mente dotada con la necesaria capacidad lógica que se le supone a un ser humano normal. Los tribunales deberían, en ciertas ocasiones, contar con peritos lógico-matemáticos imparciales para auxiliar a los atribulados jueces a la hora de extraer conclusiones y eliminar falacias lógicas.
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