El problema
de estos alternativos es que se meten a torear cuando sólo están contratados
para poner banderillas. No es que con gusto opinen sobre la ardua faena del
diestro, o del siniestro, lo que está muy bien y es propio de los aficionados.
Lo grave, lo mortal incluso, es que estos mansos siempre embisten al trapo y terminan
por marearse tirando garrotes a la entrepierna del Tancredo de turno, o del
Artista, o del Poderoso. No confunden las tareas, sino que las funden, las
mezclan. Usurpan la función del legislativo desde el judicial con la vista
puesta en un ejecutivo venidero que les premie la ilegalidad. Alma totalitaria.
Así es la Justicia Alternativa. Alternativa Real a la Democracia Formal.
¿Quién eres
tú para hablar de “medios de comunicación privados”? ¿Quieres medios
“públicos”? ¿De quién? ¿De los políticos amigos o de los canallas defensores de
la injusticia? ¿De los Partidos Unidos o del Partido Único? ¿De Peter Pan o del
camarada Lenin?
¿Quién eres
tú para afirmar que “resulta obligado admitir cierto
exceso en el ejercicio de las libertades de expresión o manifestación”? ¿Quieres
que no haya cierta pena contra cierto daño (pues eso, y sólo eso,
es la justicia, a saber, la ecuación de Hammurabi entre el ojo de la acción
ilegal y el ojo de la compensación legal)? ¿Quieres que, a partir de tu
jurisprudencia ilegal, sea legal lo ilegal, esto es, el daño o el exceso de
quienes interpretan la ley como tú?
Por una vez,
y sin que sirva de precedente: ¡Zapatero, a tus zapatos!
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