El lenguaje genital, o sea, las proferencias dirigidas al sexo de los hombres o de las mujeres es hoy, como se sabe, un lenguaje "políticamente correcto". Hay que ser memo, cínico y sectario. Yo más bien diría que es un habla lingüísticamente incorrecto, moralmente impúdico y soez, socialmente imbécil y por el lado de cosa pública puro sectarismo neogramsciano.
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