A los piratas de la Anti-España. La leyenda negra de la
Reina virgen y sir Francis Drake.
"Habida cuenta de que
la nación hispanoamericana tuvo su origen en aquellos viajes de Colón, no me
queda claro si nuestra existencia se deplora como parte del crimen histórico.
Parece que se nos quiere hacer ver, a los seiscientos millones de personas que
ahora constituimos la población del subcontinente, cuán inmoral es ostentar el
gentilicio americano, que sólo habría debido corresponder a los pueblos
indígenas. Lo poseemos, según eso, más o menos, como los kapos nazis
poseían las piezas de oro que se robaban de las dentaduras despojadas a los que
entraban en las cámaras de gas. Porque, en efecto, los demás pueblos a los que
se les levantan memoriales merecen que se llore sobre sus tumbas; sólo
Hispanoamérica sufre el insulto de que vituperen su cuna.
"¿Qué opción hay,
entonces, para los Pérez, los González, los García o los Rodríguez que, con
genes de todas las razas y procedencias, han nacido en aquella parte del mundo?
No, por supuesto, la de volverse a las tierras de origen de esos linajes, pues
ya no pertenecen a ellas. ¿Entonces? ¿Tienen que lanzarse en masa por las
cataratas del Iguazú, dejando como únicos pobladores de la región a las tribus
aisladas de la Amazonía? (…)
"Los
hispanoamericanos podemos aspirar a la dignidad de pueblo únicamente si
representamos el papel de aborígenes y abjuramos de toda la corruptora
influencia de la cultura occidental. Siempre que prefiramos la tribu y
despreciemos el progreso –con todo lo que éste implica, desde la ciencia hasta
la democracia representativa–, las izquierdas antisistema de Europa nos
distinguirán con su reconocimiento en pago del bello y primitivo espectáculo
que ofrecemos a sus ansias de anarquía y de barbarie. Podemos estar seguros de
contar con ellas en cualquier iniciativa que se proponga devolvernos a la
selva, al taparrabos y a la idolatría (…)
"Interpretar la
historia como si la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano fuera anterior a la aparición del Homo
sapiens. Gran incomprensión es esa de creer que es la razón lo que se
exalta con protestas que, por el contrario, sólo obedecen al berrinche
voluntarioso de quienes pretenden acomodar a todo trance la realidad a lo que
ellos querrían que fuese (…) Según esta perspectiva, acordar la anestesia para
el sacrificio de las reses no es extrema sofisticación de la sensibilidad
moderna, conseguida con el paso del tiempo y con las transformaciones de la
mentalidad moldeada por la compasión religiosa y por el civismo de raíz
ilustrada, sino un derecho inherente a la dignidad de los animales, pues, como
se sabe, anestesiarlos es lo que han hecho siempre en la sabana los
depredadores antes de clavarles el diente. Con idéntica lógica, las izquierdas
que claman contra el imperialismo castellano no conciben que España haya
osado desembarcar en las tierras descubiertas con intención de conquistarlas,
en vez de haberse retirado sigilosamente para no estresar a los nativos. Los
Reyes Católicos hubiesen podido mantener como información clasificada la
existencia de las Indias, tal como se supone que el presidente de los Estados
Unidos guarda hoy el secreto de la vida extraterrestre; y es de creer que otras
naciones europeas, al recalar por allí años más tarde, se habrían mostrado
dispuestas a hacer lo mismo: sir Walter Raleigh a buen seguro habría
permanecido indiferente a la tentación de El Dorado, y la Corona británica (…)
no se habría aproximado a América más que para dejar humanitariamente sobre la
playa, a disposición de los indígenas, la vacuna de Jenner y la penicilina del
doctor Fleming."
(Extraído del artículo "Hispanoamericanos...", de Xavier Reyes Matheus, publicado el 11-10-16 en Libertad Digital.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario