"El chico de Maduro en España": así llama Federico
Jiménez Losantos al llamado Coletas (vulgo dixit). El Gran Simio bolivariano
insulta a la Monarquía parlamentaria española y el Pequeño Gran Mico
republicano flirtea con el Verdugo del Rey.
El chico de los recaditos. O sea, PI2, el jefe telegénico de
esa caterva de pipiolos profe-estudiantes universitarios (doble contradictio in
terminis, en este caso) que -junto a sus asalariados y meritorios aduladores-
infectan la telecloaca desde el día infausto en que Zapo soñó con su sombra
revolucionaria al otro lado del espejo. Parafraseando a Gustavo Bueno, a esa
premonición cabría llamarla "Deseo Alicia".
Qué manía la de estos analfabetos graduados en la morgue de
Carrillo2. Querer imponer su pequeño y particular gusto, además de vulgar y
anecdótico, a los que apenas nos reflejamos como espectros en las bambalinas de
su vanidoso solipsismo.
¿Se imaginan ustedes a un político de la Transición
española, por muy joven e inexperto que fuese, regalando a Don Juan Carlos, el
Rey de España, la colección completa de Los Chiripitifláuticos, o la de
Bonanza, o la serie entera de El virginiano, de Ironside, de Kojak, de Kung Fu
o, mejor aún, de Historias para no dormir, del también discreto
"Chicho" Ibáñez Serrador? Lo dicho. Fatuo y osado. Simple y romo. Un
castigo. Y un castigo real, aunque en todo parezca una proyección imaginaria
del Ido.