miércoles, 14 de junio de 2017

La excrecencia

Así adjetiva el bueno de Carlos Esteban a la jauría oligofrénica en La Gaceta. Dice, con razón, y corazón, que lo peor del kinder-pijo-perroflautismo es "que me obliguen a hablar sobre ellos". Véase una de mis penúltimas referencias a la caterva crimino-moral en Una perroflautada. Sea ésta la excepción que confirma el asco y la tiña. ¡Bienvenido al Club! Me temo que no seremos legión. Me siento posmoderno hablando de la nada...

Excrecencia. Exacto. Casi escatológico. Los restos. La escoria. Lo sobrante. Las impurezas... La mierda humana que todos seríamos si la mierda política dictara sus idiotas maldades en la totalidad del redil. En fin, el comunismo de siempre. Hoy, aquí, en España, el neomaoísmo antiespañol castro-bolivariano proetarra y proislamista. Gozan sólo de pensarlo...

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La excrecencia

Lo que no consigo perdonarles a los podemitas es que me obliguen a escribir sobre ellos.
Carlos Esteban
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¿Ven? Es una buena persona. Habla de hartazgo, no de repugnancia. Es periodista, o economista. No sé. Pero escribe bien, adjetiva bien. Incluso en el caso de la patulea neanderthal que han fabricado los infames medios de manipulación de masas. En cuatro días -¡literal!- auspician (porque lo propician) un vuelco electoral, componen un careto, o dos, o siete, pergeñan una nadería, un veneno eficaz para los tontos, una emocionante y agitada alternativa al burgués aburrimiento. Lo esencial es que la neodoctrina sea capaz de extraer el lerdo y hosco adanismo que toda joven criatura menor de cincuenta y nueve años lleva en lo más recóndito de su pobre alma contrariada por la realidad.

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