jueves, 19 de febrero de 2015

¡Vaya lío!

      "Hasta ahora, los miembros del mundo universitario hablaban del modelo del 4+1 para definir nuestro actual sistema (compuesto por grados de cuatro años de duración y másteres de un año) y del 3+2, que era el modelo al que se suponía que íbamos a cambiar (con grados de tres años y másteres de dos).
      "Sin embargo, y para dar una idea de la "flexibilidad" que caracteriza a este decreto, en el Ministerio empezaron hace unas semanas a decir que no era correcto utilizar únicamente el término 3+2, porque el decreto incluía todas las opciones: el 4+1, el 3+2, el 3+1 o incluso el 3+1+1."
      ¡Vaya lío! ¿Y por qué no un 3-0, como los antiguos peritos o ingenieros técnicos? ¿O un 5-0, como los viejos licenciados o ingenieros? ¿O un 2-1, como en la final del Real Madrid-Partizan de Belgrado? Ya puestos, el 12-1 de España contra Malta, con el gol divino de Señor.


      "Ahora el ministro de Educación, José Ignacio Wert, añade un nuevo modelo: el 4-1 (cuatro menos uno), entendido como que a los actuales grados de cuatro años les quitas un año. "No es un decreto del 3+2, sino, en cualquier caso, del 4-1" [sic.], ha dicho esta tarde el ministro Wert al término del Consejo Universitario.
      "En el mismo sentido se pronunció el pasado lunes su 'número dos', la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, al término de la Conferencia de Política Universitaria: "El apodo del 3+2 es un apodo que da lugar a malos entendidos y lo hemos rebautizado, aunque tarde, como el 4-1". [sic.]
      Rebautizado queda, y tarde, pero se entendía mejor antes. En mi pueblo, 3 más 2 son cinco, lo mismo que 4 más 1. ¿Por qué no dices 3 años o 5 años, y que cada cual -en función de su voluntad e inteligencia, de sus prisas por ser millonario o de su paciente brega en las minas diamantinas de la diosa Atenea- haga lo que más le convenga, lo que mejor se avenga a él y a su circunstancia. Y quien quiera cursos y cursillos, o sea, segundo ciclo, tesinas y tesis doctorales, que los haga hasta reventar el curriculum vitae.
      Definitivamente, son unos linces de la comunicación. Vaya pareja de dos. La cuestión es no hablar de ideología, esto es, de demagogia (los ricos, los pobres, los pobres hijos de los pobres trabajadores, etc.)
elmundo.es (Olga R. Sanmartín)

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