viernes, 19 de diciembre de 2014

El desertor del Álamo

      Después de tantos silencios públicos, y cobardes, después de dejarse querer y comprar la voluntad durante tres largos años por el Partido de la Nada -pues no cabe alegar ingenuidad en un buen especialista del western y del cine negro-, el todavía hoy Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, pronuncia por fin una palabra valiente que lo redime de tanta tibieza. Elegante despedida. "Por motivos personales", dice el arrepentido. O, mejor aún, el escarmentado. O sea, por respeto a sí mismo. Por su buen nombre. Por la honra calderoniana, en suma.
      El lema de la película de Budd Boetticher, inolvidablemente interpretada por el sobrio Glenn Ford, rezaba así: "¡Sólo el amor le dio valor para fingirse cobarde!". En el fondo, es el "amor propio" lo que le da fuerza para dejar de serlo. Como en este caso feliz. Bienvenido al heroísmo inútil.
Nota de prensa. Renuncia de Torres-Dulce

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